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No entiendo la finalidad de esta estupidez. ¿A quién rechucha le puede importar las gueas que tengo en mi bolso? Pero como ya lo hizo la Viciosa, y la Reina, chucha, me guevean que lo haga y me tienen chata. La voy hacer corta pa’ que me dejen tranquila:
Mi bolso. Me importa una guea si es cartera, banano, morral, como quieran llamarlo. A mi sirve porque si me guevean mucho pego con el broche que duele caleta, como me han dicho los agilaos.
Gas pimienta. No me acuerdo de donde chucha lo saqué, pero si un flaite me guevea mucho, le echo en los ojos y se acabó el problema.
El cinturón. No lo uso en los pantalones porque se me para el hoyo nomás. Lo tengo pa’ pegar nomás, onda látigo. Puta que me cargan los jugosos.
Mis puñales. Estos tienen diversos usos: el más chico, pa’ sacarme la mugre de las uñas; el mediano, pa’ los restos de comia entre los dientes; y el más grande, pa’ parar los carros nomás.
El reloj se lo gané al Caeza e’ perro en una competencia de patás en la raja. Y como a veces no me creen, lo ando trayendo pa’ que vean que la guea no es mito.
Collar con púas. Este lo uso dependiendo si el lugar es brígido o no. Si anda mucho pollo arremangándose los pantalones, lo uso pa’ que cachen quien soy yo. Si el ambiente es piola, lo dejo en mi bolso nomás.
Las muñecas que subyugan al hombre. Estas barbies culias se las pelé a mi hermana chica y las ando trayendo pa’ explicar una teoría que tengo. Un poco larga y me da paja ahora.
Asi que ya saben los agilaos.